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Un esclavo no podía disfrutar de los privilegios de la casa del amo para siempre. Podía ser despedido o vendido en cualquier momento, puesto que su relación con el amo era temporal. A diferencia de esto, el hijo era el heredero y tenía un puesto permanente en la casa.
No obstante, lo más probable es que el Señor se estuviera refiriendo aquí a los dos hijos de Abraham; Ismael e Isaac. El primero había nacido de Agar, la esclava egipcia, y llegó un momento en que fue despedido de la casa. En cambio, Isaac, el hijo de Sara, la libre, quedó en la casa como heredero de todo (Ga 4:21-31).
(Ga 4:30) «Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.»
Jesús les estaba diciendo que aunque ellos se consideraban hijos de Abraham a través de Sara, sin embargo, su esclavitud del pecado y su negativa a permitir que el Hijo les libertara, indicaba que realmente eran hijos de la esclava y que finalmente podrían ser echados de la casa en cualquier momento. Seguramente debamos ver aquí un anuncio de la pérdida que los judíos iban a sufrir de sus privilegios como nación escogida por Dios, algo que daría lugar a la entrada de la Iglesia en la era presente.
«Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres»
El Hijo había venido para que los hombres pudieran ser «verdaderamente libres». Ahora vamos a considerar varios aspectos importantes de esta «libertad».
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